A comienzos del siglo XVIII, la Romería de la Virgen de la Barca experimentaba un auge extraordinario, atrayendo a multitudes de romeros de «partes muy remotas», tal como lo documentó el arzobispo Luis Salcedo en 1720. Su orden de cerrar las puertas del santuario al anochecer para evitar que los peregrinos pernoctaran en su interior es un claro testimonio de la masiva afluencia que desbordaba las casas de la villa.
Este mismo documento revela una tradición festiva que, si bien no complacía a las autoridades eclesiásticas de la época, refleja el espíritu alegre y participativo de la romería: cantos, bailes y el sonido de los panderos resonaban en los alrededores del santuario.
Un punto de inflexión crucial en la proyección de la Romería de la Barca y su santuario llegó en 1728 con la publicación de «La barca más prodigiosa (poema historial sagrado)» del Licenciado Antonio Rioboo y Seixas Villar de Francos. Esta obra literaria, que fusiona poesía y prosa, recorre la historia de la ermita y la profunda devoción por la Virgen de la Barca. En sus páginas, el autor destaca la presencia de «innumerables peregrinos» en la romería, estableciendo un vínculo trascendental entre las peregrinaciones a Compostela y Muxía, concibiendo esta última como la culminación del camino hacia la Catedral compostelana. El libro también incluye relatos de viajes que confirman la creciente popularidad del santuario y su vibrante romería.
La Romería de la Virgen de la Barca de Muxía también encontró eco en la pluma de la escritora gallega más universal, Rosalía de Castro. Su visita a Muxía en 1853, durante las fiestas de la Barca, inspiró su emotivo poema «Nosa Señora da Barca», una de las composiciones más extensas de sus «Cantares Gallegos» (1863). En sus versos, Rosalía describe la llegada de romeros desde localidades costeras cercanas, la energía de la propia romería con la emblemática Pedra de Abalar en movimiento, los puestos de venta bulliciosos, los espectaculares fuegos artificiales, el repique de campanas y la omnipresente música. Una descripción que evoca sorprendentes similitudes con la romería que disfrutamos hoy en día.
Otra referencia imprescindible es el «Opúsculo histórico del Santuario de Nuestra Señora de la Barca» (1863) del abogado muxiano Luciano Roa Lema. En su detallado relato, ofrece datos históricos sobre el templo y una vívida descripción del desarrollo de la romería, tanto en sus aspectos religiosos como profanos. Su testimonio sobre la afluencia de visitantes es elocuente: «A excepción de alguna de particulares, todas las casas de la villa son posadas, y a pesar de eso la gente inunda las calles, la plaza, el camino al Santuario y el atrio de la capilla».
En cuanto a los actos religiosos, Roa Lema destaca la celebración de tres misas solemnes durante los días festivos, una tradición que se mantiene en la actualidad. Asimismo, describe la emotiva procesión del domingo, en la que la Virgen era trasladada a la iglesia parroquial para regresar al santuario el lunes, una costumbre que sigue marcando el ritmo de la Romería de la Barca de Muxía.
Descubre cómo siglos de historia, devoción y tradición viva convergen en la Romería de la Virgen de la Barca de Muxía, una experiencia cultural y espiritual única en el corazón de la Costa da Morte.