Con una forma tan singular que evoca un rostro a punto de fundirse en un beso, la Piedra de los Enamorados se erige como un monumento natural al sentimiento más universal en el paisaje sagrado de Muxía
Se susurra que esta peculiar formación rocosa pudo haber estado ligada a antiguos ritos paganos de fertilidad, aunque la leyenda de la Virgen de la Barca no la ha integrado directamente en su narrativa.
Curiosamente, la Piedra de los Enamorados no figura en los documentos históricos que narran la aparición mariana. Sin embargo, la tradición popular la ha mantenido viva, otorgándole un significado propio y profundamente romántico.
Situada en un rincón algo más apartado del conjunto de rocas que representan la barca de la Virgen, pero cercana a la discreta Piedra del Timón, este enclave natural se ha convertido en el escenario de promesas eternas. Durante la Romería de la Virgen de la Barca de Muxía, numerosas parejas peregrinan hasta la Piedra de los Enamorados para sellar su amor con votos de fidelidad bajo la mirada del Atlántico y la espiritualidad del santuario. Este ritual espontáneo, nacido de la sugestiva forma de la roca, añade una dimensión de afecto y compromiso humano a la atmósfera sagrada del lugar.
La Piedra de los Enamorados es, por tanto, un hermoso ejemplo de cómo la tradición popular puede tejer nuevas historias en torno a lugares antiguos. Aunque no directamente vinculada a la leyenda fundacional del Santuario de A Barca, se ha transformado en un símbolo del amor perdurable, un faro para las parejas que buscan un lugar especial donde jurarse un futuro juntos.