Entre las rocas sagradas que abrazan el Santuario de A Barca, la Piedra de Abalar late con una historia única y fascinante.
Junto a Os Cadrís, se erige como un símbolo tangible de la leyenda, la mismísima parte del casco de la barca que trajo a la Virgen hasta la Punta da Barca. Desde los albores de la Romería de la Virgen de la Barca de Muxía, esta piedra ha irradiado un aura de misterio, atribuyéndosele incluso poderes ancestrales ligados a la fertilidad, un eco de las creencias pre-cristianas que impregnan este lugar mágico.
La tradición marcaba el paso de los romeros con un ritual lleno de asombro: subir a la Piedra de Abalar e intentar, con la fuerza de la fe y la esperanza, hacerla oscilar. Los primeros relatos de la romería narran incluso danzas sobre su superficie, una comunión festiva con la roca sagrada. Sin embargo, esta veneración activa, sumada a su exposición a la furia del océano, ha marcado su destino. La Piedra de Abalar ha sucumbido a la fuerza de la naturaleza en varias ocasiones, siendo la primera fractura documentada en 1978.
El día de Reyes de 2014, un violento temporal asestó un nuevo golpe. Las olas embravecidas desplazaron la roca más de un metro, desgajando un fragmento que intentos previos de soldadura no pudieron asegurar. Hoy, una parte de la legendaria piedra ha regresado a su emplazamiento original, conservando aún un tenue balanceo, un susurro de su antiguo movimiento. La otra, una imponente pieza de tres toneladas, aguarda en el atrio del Santuario, un testimonio mudo de la fuerza del mar y la fragilidad de la historia, a la espera de un futuro que la devuelva a su lugar o la integre en un relato museístico.